Viernes 6 de marzo de 2020

 

 

 

Indandela es un proyecto de arte participativo en torno a las imposiciones de género en la salsa cubana, donde intervenimos la estructura del baile, incentivamos la desnormalización de sus relaciones de poder buscando que roles y poderes se ejerzan por elección y trazamos nuevas formas, pasos e interacciones. Se presentó en el Museo Tamayo arte contemporáneo como conferencia-performance y taller de tres días. La última hora del taller la dedicamos a charlar con los asistentes.

 

El primer día identificamos inequidades en la pista de baile, el segundo nos contaron cómo percibían las intervenciones que propusimos y el tercero buscamos cómo se renivelan los poderes de género en la pista, cómo sucede un regreso a la equidad. Presentamos aquí la tercer charla.

 

 

 

 

Talleristas:

Aarón Jiménez García

Alejandra Pérez Sigarroa

Andrea Torres Camacho

Jesús Rodríguez Aviña (Chucho)

Julia Barrios de la Mora

María Fernanda Gómez Islas (Mafer)

Mariana Tovar Islas

Sarah Hernández Castro

 

Asistentes al taller que intervinieron en ésta charla:

Aurora del Carmen Martínez Alonso Palacios

Carla Lorena Lamoyi Domínguez

Flor de María Vázquez Hernández

Francisco Morales (esposo de Mónica)

Jair Ezequiel Montero

Mónica Urbán Sánchez

 

 

 

 

AARÓN: En nuestra primer sesión platicamos anécdotas de inequidad en la pista de baile. Momentos en que los poderes parecían desequilibrarse en la pareja, entre una persona y otra, los momentos en que aparecían vulneraciones o abusos de poder, abusos de confianza.

 

Hoy queremos buscar lo contrario porque así como nos servía aquella plática para saber qué atacar y qué tratar de cambiar, la plática de hoy trata de ayudarnos a ver de qué manera hacerlo. Entonces pensemos en historias que les han pasado o que han visto pasar o que han escuchado en la pista de baile donde haya un regreso a una especie de equilibrio. Pensamos que un baile equitativo o con cierto equilibrio en los géneros no necesariamente es uno en el que los dos comparten el mando. Es un asunto de entendimiento y diálogo, un asunto de nivelar las formas de proponer y responder entre ambos. Para empujar la charla queremos empezar con una historia de Andrea en la pista de baile.

 

ANDREA: Bueno, cuando empezó el proyecto y todos empezamos a tener ideas, a pensar en cómo solucionar éstos desequilibrios de poder, se avecinaba mi cumpleaños. Entonces dije «¡Ahora si!…».

 

MARIANA: «¡Voy con todo!».

 

ANDREA: Había muchas razones por las que no salía tanto a bailar, pero dije «Voy a tomar una que me choca», estar esperando a ver quién va a ir a sacarme y entonces se pasan cinco canciones y ya no bailé lo suficiente. Y para mi cumpleaños dije «Bueno, si estamos hablando de equidad yo voy a ir a invitar a todo el que se me ocurra para no quedarme parada esperando». No sé que tanto, pero sí se siente estigmatizado que una mujer se acerque a decirle a un chico «Oye, vamos a bailar». Y habíamos estado platicando con Aarón sobre que los hombres experimentan mucho el rechazo y es lo peor que tienen que superar. El poder que sí tenemos las mujeres es decir «No» y entonces ya se destrozan y se tienen que volver a recuperar para invitar a alguien más.

 

Entonces mi propósito era yo invitar a bailar y empecé primero con los conocidos, con los amigos que ya conocía tomé la iniciativa de decir «Bueno ¿vamos a bailar?». Y en vez de que me miraran feo, así como de «¿Por qué? Yo te saco a ti», todos dijeron «Ay, bueno, si». Como que respiraban y decían «Sí, vamos». Estuvo muy bien, pero luego dije «Ay, a lo mejor no me rechazan porque me conocen».

 

MARIANA: Un primo, otro primo…

 

ANDREA: «Ya somos amigos, tengo que invitar a un desconocido». Para ver si sí me rechazan y cómo lo voy a enfrentar. Y ahí fue cuando dije «Bueno ¿cómo escojo entre la concurrencia?». Y yo tengo la percepción de que ves a los hombres rondando por ahí ¿no? fijándose en las mujeres y luego con un montón de tácticas para acercarse, pero no quería ir yo así a andar viendo de arriba a abajo…

 

AARÓN: Como zopilote volando bajo.

 

ANDREA: Y entonces le pregunté a Aarón «¿Cómo le hacen ustedes? ¿no van en grupo? ¿Yo voy sola y ya escojo a quién quiera?». Y me decía que sí pueden empezar juntos y luego separarse. Entonces él me acompañó para irme fijando en quién y vimos a una pareja. Los dos sabían bailar muy bien y yo dije «Ah, yo quiero invitar al chico, pero si llego y le digo a ver, ábrete…».

 

AURORA: «…a la chica».

 

ANDREA: «Eso no, pues ¿cómo le hacemos?». Y entonces él invitó a la chica y yo invité al chico. Recuerdo que me acerqué primero yo al chico, dijo que si y también sonrió así como sorprendido «Sí, vamos a bailar». No me hizo «Ay, qué raro» o «¿Por qué si vengo bailando con ella?». No, estuvo bien. Y escogí bien porque sí sabía bailar.

 

Y después platicábamos que es un pequeño cambio el ahora yo poder invitar a bailar, realmente no crea tanta distorsión y no tendría porqué haber esa limitación de que sólo el  hombre pueda sacar a bailar. Y a la vez ellos se sienten un poco aliviados de tener que dar el primer paso, de esa responsabilidad. Y por el lado de la mujer, a mí me da ésta seguridad de que ya no es esperar a ver quién me toca y que voy a decir que sí inevitablemente porque estoy desesperada de que ya pasaron cinco canciones…

 

SARAH: «¡Quiero bailar!».

 

ANDREA: …sino de yo ya fijarme, ver qué parámetros tengo para escoger y de cierta forma ir un poco más a la segura, ya no tan a ver quién te saca a bailar. Como que equilibra muchísimo más. Es mi experiencia en la pista. Esa es mi anécdota de equidad, cómo el que la mujer se atreva a sacar a bailar puede hacer un gran cambio. Aliviana la dinámica al final.

 

FLOR: Pero bueno, muchas veces no se llega a esos niveles de confianza porque a lo mejor eres primeriza y no sabes bailar muy bien o estás tratando de sacar nuevos pasos y sólo te sabes uno y dices «¿Cómo le voy a decir que baile conmigo?», si lo ves y dices «Baila súper bien, no va a aceptar». Hay unos que ya pasaron su etapa de estrellas y cuando les dices, aunque no los conozcas, «¿Bailamos?», dicen «Si, claro» y, como dices, hasta sonríen y tú así de «Ay, es que estoy empezando», «Es que bailas tan bonito que quiero bailar contigo». Bueno, eso no se lo dices.

 

Entonces si tú como hombre, que es a quienes más les pasa ir a invitar a bailar, te dicen que no, eso va en detrimento de tu seguridad y para que te sientas más seguro de que te acepten tienes que bailar mejor, o sea te presionas. Es un círculo que no se rompe hasta que te das cuenta de que eres humano, que todos la regamos, que todos empezamos por ahí. Cada persona tiene tiempos diferentes y hasta que lo pasas es cuando ya dices «Baila, disfrútalo, relájate. Bailemos y ya».

 

AARÓN: Si fuera yo, yo sí le diría «Bailas muy bonito». Me lo han dicho y se siente muy bien.

 

SARAH: ¡Ahh!

 

FLOR: A ver, bailemos…

 

ALEJANDRA: A ver, baila…

 

AARÓN: La verdad es que sólo estaban quedando bien conmigo y por eso acepté… O es que sigo en mi etapa de estrella… Yo lo he dicho y he visto la sonrisa que puedo lograr con eso. Hay cosas que, aunque me vean muy emocionado, no puedo comunicar más que con la palabra. Y un reconocimiento siempre se siente muy bien. Después de todo, si baila muy bien es porque se esforzó para hacerlo.

 

FLOR: Si, bueno, yo no lo haría hasta después de ver cómo está la persona. Que, gracias a dios afortunadamente me ha tocado que son personas lindas «Ay, bailas bien bonito» y ya después ellos te invitan aunque no sepas. Es un lindo detalle.

 

JAIR: Me ha pasado igual que Flor. Te dicen «Oye ¿bailas conmigo?», «No, pues si» y ves la intención de la persona. Si ya cuando estás bailando con ella tiene ganas, actitud, yo disfruto. A lo mejor es alguien primerizo pero ver la actitud con la que está bailando, que quiere bailar contigo y lo está disfrutando, ahí digo «Ay, yo quiero bailar con ella las dos o tres vueltas que se sabe» y la vuelvo a invitar porque es algo bonito. Además me recuerda cuando yo estaba empezando «Ah, estás aprendiendo, estás practicando» y está divertido. Me pongo en el otro lado y trato de hacer ameno ese baile, esa canción. Igual que cuando voy con alguien, me pongo nervioso «Ay, es que esa chava baila bien padre, a ver cómo le hago pero lo disfruto». Y después de bailar con esa chica termino «No, sí quiero echarle más ganas».

 

Y ahora que dices de cuando alguien te dice que no, no sé cómo ver la parte de la equidad, pero cuando una chica me dice que no yo me espero otra canción para invitar a otra porque si no es raro que voy con la de al lado y «Ah, como ya te dijo que no, entonces vienes conmigo». Para que te digan que no otra vez digo «Mejor me espero una canción». Me quiero poner en esa parte «Si quieres bailar conmigo pues ven conmigo».

 

FLOR: Para darle su lugar.

 

JAIR: Ajá «Yo quería bailar contigo».

 

FLOR: «No eres mi segunda opción, vengo directo contigo».

 

JAIR: Ajá, aunque me quedo de «¿Aprovecho y la saco o ya no?». O estoy aquí y me voy a invitar a la que está hasta el otro lado, que no me vio que invité a ella.

 

ALEJANDRA: Bueno yo, como mujer en ésta sociedad, pienso con lo que decías hace rato de que el hombre va cazando, a mí me ha pasado que sacan a bailar a mi amiga bien buena y llega y pregunta «¿Bailas?», «No», «Ah, entonces no». Y yo, como la mujer que soy, no le digo «¿Quieres bailar conmigo» pues porque no fue conmigo. O sea, tampoco existe el «Ah, no te preocupes, ella es bien perra, pero yo no». No, no, no. Así como Jair dice que «No me voy con ella porque sería muy raro» a mí me ha pasado como mujer que tampoco te animas porque no fuiste a la que escogieron…

 

FLOR: Pero tienes que romper con eso. Como dice Andrea, que estás que te mueres por bailar y nadie te invita y sacan a las bonitas, a las súper arregladas. A mí me pasó que iba una amiga con sus sobrinas y las chamaquitas súper guapas, vestidito cortito y están en el celular. Y llega un chavo que bailaba increíble al lugar y yo así de «¿Por dónde anda?» y mi amiga «Tráelo», «No, pues tráelo tú». Y llega con las sobrinas y le digo a mi amiga «¡Vas!», «¡No, qué pena!». Cuando él invita a una de las dos chicas, ella dice «No, no bailo» y que le digo «Ella no baila ¡pero yo si!» ¡y que lo agarro! Después de eso el chico ya bailaba con nosotras. Teníamos una risa del «Ella no baila ¡pero yo si! ». Yo dije «Yo quiero bailar».

 

SARAH: Creo que es romper esa idea de que el baile sólo es para seducir. Porque a mí me ha pasado que estás en un salón de baile y la gente va porque le gusta bailar y no necesariamente porque va a ligar a alguien y ahí no es mal visto que digan «Ah ¿ahorita tú no? Bueno tú si, tú si…». «Bueno ¿quién quiere bailar? Yo quiero bailar y si alguien de aquí quiere bailar, vamos a bailar». Esa actitud no es mal vista. O sea, si sacan a bailar a mi amiga y no me sacan a mí y tiene ésta actitud el chico de «Ah, pues ¿quién quiere bailar?» no siento como «Ay, no quisiste bailar conmigo», es como de «Bueno, pues estamos aquí para bailar y si no se dio con una persona, pues vas a bailar con otra». Creo que ese tabú es porque quiero algo más con ésta persona y puede que empecemos a romperlo sólo con bailar.

 

FLOR: Es justo eso, la actitud ¿no?

 

MARIANA: La actitud en que te muestras y también cómo te desarrollas en ella. Por ejemplo, yo tengo la misma posición que Ale de que sacan a bailar a la que va súper bien vestida, de taconcito y aunque aquí estoy yo, pues no. Aunque a esa persona no la hayan visto bailar y yo ya haya salido y haya mostrado todos mis mejores pasos, es así de «No, tú no». O sea, hablamos de un aspecto físico, de cómo te ves y te desenvuelves.

 

No es que me haya obligado porque no fue una obligación, pero por ésta circunstancia yo quería bailar, yo quería sacar y que me sacaran, y me orilló a saber llevar ¿Por qué? Porque no me quiero quedar sentada, no quiero esperar de aquí que me saquen, que en realidad casi no pasa. Yo sí he sacado a bailar tanto a chavos como a chavas porque no me quiero quedar sentada, yo quiero salir y disfrutar. Sí puede ser parte de un cortejo, pero para mí es una pasión el poder bailar, esa interacción que puedes tener con esas personas, el bailar y el moverte sobre la pista es algo delicioso. Ya no me espero «A ver… ahorita me sacan».

 

Justo nos pasó una experiencia, fuimos a un social, mi hermana y yo bailábamos pero sacaban a bailar a una amiga, la sacaron a bailar como cuatro veces, cuatro veces seguidas, incluso el mismo chavo la invitó a bailar otra vez. Nosotras ya teníamos la gota hasta acá, casi me tiraba y a Mafer casi la lanzo y ese chavo estaba de no hago contacto visual y hago como que no te veo, así de «Chin, no hay nadie con quien bailar» y nosotras así de «¡Güey! ¡No mames!». Ya después dijimos «Con permiso, no necesito esa parte» sino la parte de poder bailar, de poder expresarme y de poder disfrutarlo. Porque así como ellos pueden ir y empezar a sacar yo también puedo. Aunque a veces también me llega a dar un poquito de miedo «¿Y si me dice que no?», «¿Y si me dice que si?».

 

FLOR: ¿Cuántas veces te han dicho que no?

 

MARIANA: Varias.

 

FLOR: ¿Ah, si? Yo pensaba que los hombres cuando les decías, decían «Si, está bien« Luego se sienten como intimidados también ¿no?

 

MARIANA: Chavos me han dicho más que no. Y esa parte también es contraproducente porque a veces cuando ya me vieron bailar contestan «No, es que tú bailas muy bien» y yo así de «¡No me importa, bailemos! No estoy aquí para ganar un trofeo, bailemos». O sea, esa parte de cuando íbamos a los sociales y éramos del mismo circulito que ubicaban que yo era la maestra, era así de «No, no la quiero sacar porque es maestra».

 

FLOR: Les daba miedo.

 

MARIANA: Si no sabía bailar me quedaba sentada, si sé bailar muy bien también me quedo sentada y yo así de «¡Maldita sea! ¿Qué hago? ¡¿Qué hago?!». Entonces me pongo a bailar y a aprender cómo llevar y crear ésta interacción en la cual yo pueda sacar toda ésta adrenalina que me da el baile, toda ésta pasión que me da el expresarme en una pista, porque necesito hacerlo. O sea, no tengo de otra. Y lo agradezco porque me ha permitido desarrollarme en el baile, me ha permitido gozarlo, disfrutarlo y conocer a muchísimas personas totalmente agradables para mí.

 

MAFER: Y cabe recalcar que cuando fuimos a ese social veníamos de dar clase desmaquilladas, en tenis, en pants…

 

ALEJANDRA: ¡Pues es que también…! ¿Así cómo?

 

SARAH: A ver si se arreglan…

 

MARIANA: «No se ayudan…».

 

MAFER: Nos invitó Aarón, dijo «Vamos a ver cómo baila mi amiga porque se va a presentar». Y yo así de «¿Qué es un social?», era mi primera vez. No visitamos mucho esos lugares y pues no sabíamos, entonces ni nos arreglamos, llevábamos desveladas como tres días, teníamos la ojera acá, ni rímel, nada, absolutamente nada. Da gracias que nos bañamos… Entonces fuimos y al momento de entrar yo veo a todas las mujeres, todas, con vestido entallado hasta acá, tacones acá, peinado como si… No, no, no, no.

 

MARIANA: De salón.

 

MAFER: Yo me quedé así de «Yo me quiero ir a mi casa ¿Qué hago aquí?». «Ay no, a ver, vamos a ver».

 

MARIANA: Nos subimos el pantalón hasta arriba de las rodillas…

 

MAFER: Me rompí mi blusa aquí… Aunque sea que me volteen a ver por algo…

 

MARIANA: Encontramos una colilla de cigarro y lo usamos como delineador…

 

MAFER: Dije «Lo que sea, la salsa Valentina, lo que sea». Fue como una investigación de campo y me di cuenta de que todas las experiencias que habían contado eran reales. O sea, yo estaba sentada y me sentía mamá que está viendo la fiesta del hijo, que está viendo lo que hacen todos y dije «No es posible». En verdad los hombres se paraban al lado de la pista, estorbando las mesas, para ver quién bailaba…

 

MARIANA: …y empezaban a cuchichear.

 

MAFER: Y en una de esas escuchamos «No hay nada ¿ya viste? ¡Ya vámonos!». Yo así de «¡Chtsss! ¡¿No hay nada de qué?!». Y me di cuenta que primero se fijaban en la chava buena con vestido corto y que se deja llevar. Primero se fijaban en la más bonita y ya después se fijaban si bailaba o no. Si no bailaba no les importaba, mientras estuviera bonita y con atributos…

 

SARAH: …¿exuberantes?

 

MAFER: …atributos exuberantes, gracias, la invitaban a bailar. Y nosotras dos ahí, pues bailábamos bonito, excelente…

 

MARIANA: …en pants y sin atributos.

 

ALEJANDRA: Sin atributos exuberantes.

 

FLOR: Con atributos ocultos.

 

MARIANA: Lo único exuberante era el pants.

 

MAFER: Sin atributos más que del corazón, pero ese no se ve. Eso no nos afectó absolutamente nada porque los tres bailamos y dijimos «Vamos a ejercer lo que estamos haciendo, lo que estamos planeando», apenas estábamos en la premisa de la rueda equitativa. Entonces Mariana salió a bailar con Aarón, yo bailé con Aarón, Mariana y yo bailamos. Y todos como que en algún momento se nos quedaron viendo porque cuando sacábamos a Aarón, a veces Mariana llevaba a Aarón o a veces yo llevaba a Aarón y se quedaban viendo así de…

 

FLOR: Le hacían «¡¿Aarón?!».

 

MARIANA: Cabe recalcar que en ese social había dos partes, salsa y bachata. Y justo bailábamos con Aarón cuando había bachata y nosotras lo llevábamos, entonces Aarón era el que hacía…

 

FLOR: …¿el cambré, la caída sensual que hace la mujer?

 

MAFER: ¡Si!

 

MARIANA: Y todos los hombres así de…

 

ALEJANDRA: …«¡¿Qué hacen?!».

 

MAFER: Y se nos quedaban viendo con cara de «¿Qué hacen dos mujeres bailando en un social?». Todos bailaban mujer y hombre, Mariana y yo éramos las dos únicas dos cabecitas juntas con cabello largo ahí bailando. Que no nos importaba, pero sí se nos quedaban viendo así de «Ok…» y seguían bailando. Muy gracioso las reacciones. Muy interesante. En verdad sí pasa.

 

AARÓN: Por supuesto volteaban a ver porque yo hacía el cambré, no es que les llamara la atención dos chicas de pants, blusas rotas, chapas de salsa Valentina y rímel corrido de cigarro que me agarraban de yoyo.

 

CARLA: Bueno, yo he ido como a dos sociales y es justo como dicen ustedes. Y al primero fui con botas, así que… Viví dos años en Argentina y había una cosa que se llamaba ‘Hiedrah Club de Baile’ que es una cosa medio LGBT y la gente se viste como se le da la gana y puedes bailar sin que nadie te diga nada, sin que te sientas acosado. Yo me sentía muy cómoda bailando ahí. Me encanta bailar, me encanta y como que tampoco lo puedes hacer en cualquier lado porque luego luego creen que estás invitando al sexo y la neta pues luego me paso de lanza…

 

MARIANA: ¡Eso!

 

CARLA: Bueno, el punto es que esa ha sido una experiencia muy linda para mí de baile y elegí ir sólo a esos lugares porque me siento cómoda bailando ahí.

 

Pero me pasó algo muy chistoso, hace poquito en una fiesta, que en serio a mi me ponen reggaetón y neta se me mete el espíritu del reggaetón, me quito la playera, no me importa, ya también superé eso y entro en personaje. Estábamos en el baile, ésta cosa ya muy colectiva porque con el perreo se vuelve muy colectivo porque se hacen estas filas donde puedes bailar con quien sea y recuerdo que estaba con un chico con el que estaba saliendo y luego al otro lado estaba otro chico, estaba mi amiga y en algún momento así estábamos bailando. Yo tenía un chico adelante y un chico atrás y se agarraron la mano, no sé si pensaban que me estaban agarrando la mano a mí, pero se agarraron la mano entre ellos y yo los veía y me parecía súper lindo porque no sabían con qué cuerpo estaban agarrados. A mí me pareció increíble, así como «Güey, esto es lo que tiene que pasar, que no importa quién sea y sea un goce estar en contacto con el otro». Moría de la risa, era muy divertido.

 

ALEJANDRA: ¿Nadie sabía?

 

CARLA: Nadie sabía quién era quién.

 

AURORA: Yo quiero compartir una historia, porque primero pensé «No tengo ninguna historia» pero me di cuenta que sí. Yo no frecuento las pistas de baile por lo que decía ayer, porque hay una impostura y una exigencia, soy mujer y entonces tengo que hacer y arreglarme y ponerme aunque sea la salsa Valentina. Entonces no frecuento las pistas. El momento que yo encuentro muchas veces para bailar son las fiestas. En las fiestas de salón donde toca el grupo versátil suelo bailar mucho con mi familia, con la gente que conozco desde que tenía tres años. Creo, porque no hay esa exigencia de género, porque justo se quita ese filtro de baile como seducción, que sólo es un baile por el disfrute de bailar. Era la boda de un amigo y yo estaba sentada en una mesa, había una pareja de chicas que eran amigas de la novia y me di cuenta de que una de ellas quería mucho bailar, pero su pareja no. Entonces en un momento, no sé cuál fue la circunstancia, nos volteamos a ver y fue como de «¿Quieres bailar?», «Si ¿no? Vamos ¿no?». Y en ese momento nos paramos y estuvimos bailando un poco con «Yo te llevo», «Tú me llevas». O sea, había una dinámica distinta totalmente de que no había ese filo del género de «Tú eres hombre y tienes que llevar», «Tú eres mujer y tienes que seguir», sino que había una negociación verdadera en ese momento en que se iba haciendo el baile.

 

Yo lo disfruté muchísimo, disfruto muchísimo bailar en general. Creo que justo ahí es cuando empieza la equidad, cuando quitamos el filo de «El baile sólo cumple esa función de seducción y el baile tiene una dinámica de género». Creo que allí es dónde podemos empezar con en éstas partículas tan buenas.

 

CHUCHO: Correcto.

                                                            

FLOR: Pero es que es justo en la familia, de si bailas con tu hermana, tu prima, tu primo, entre niños…

 

MARIANA: Entre mujeres, la prima con la tía, la mamá, la abuelita, pero jamás vas a ver al tío bailando con el sobrino.

 

SARAH: No sé si sea la esperanza de que esté cambiando, pero hace poquito fui a los quince años de una prima y sus chambelanes eran sus amiguitos de la escuela. Y creo que era porque no sabían bailar muy bien, pero a mí me dio mucha ternura que como uno sabía más que el otro le decía «A ver, enséñame» y estaban los dos muy clavados en medio de la pista solitos bailando ente ellos. «Mira cómo no les da pena, ni nada». Y todo empezó porque uno le decía al otro «Es que yo no sé» y el otro le decía «Ah, mira, así», «Ya, a ver, ahora tú». Entonces también hay destellos de que no importa.

 

FLOR: Yo creo que justo eso es lo que se debe de fomentar, el que estemos en confianza. Si el fin del baile es disfrutar no importan tus preferencias y todo, ahorita lo que importa es el baile.

 

AARÓN: Yo quiero compartirles algo que me llamó muchísimo la atención. En el formulario de inscripción para éste taller había varias preguntas para conocer al grupo y me sorprendieron muchas respuestas, pero sobre todo de una pregunta. La pregunta era «Algo te ha hecho sentir incómodo o vulnerable en la pista de baile y si sí ¿qué cosa?». Las respuestas se dividieron en tres bloques casi del mismo tamaño. Sólo seis personas hablaron de algún tipo de acoso, yo llegué a temer que ese sería el de mayor volumen pero no, sólo seis personas decían que los han vulnerado con algún tipo de acoso. Nueve personas nunca se han sentido incómodas en la pista de baile, que bueno. Pero lo que más me sorprendió fue que para siete personas, incluso más que las que se han sentido acosadas, lo que las hace sentir incómodas en la pista de baile son ellas mismas. Siete personas contestaron «Yo», «Yo me hago sentir incómodo porque no me sé los pasos», «Porque los demás todos saben bailar», «Por ser observado porque no me sé mover». Pensaba como no solo está ésta exigencia del contexto, que es muy fuerte, sino también la exigencia que viene desde dentro, donde uno mismo se castiga de más con un montón de presiones que no deberían de estar ahí. Uno no quiere cometer un error sin darse cuenta de que eso es imposible en un contexto lleno de miles de variables insospechadas como lo es la pista de baile. Yo me llego a culpar incluso por las injusticias que no cometo, que es el contexto el que las comete y que comete contra mi. Habría que desconfiar de un nivel de exigencia que nos diga que si uno no hace un ‘buen bailar’, un correcto bailar, entonces está descalificado como si el problema fuera uno mismo. Ahí coincido en no perder nunca de vista el goce del baile por entre lo que nos exige el contexto y lo que nos exigimos nosotros mismos.

 

FRANCISCO: Yo quiero hacer un comentario. Creo que, ahorita viendo esto, desde mi persona no me he dificultado mucho, no me he metido en tantos aprietos de que si no sé bailar. Bailo a mi modo y en la transitoria de adolescente a adulto no me compliqué la vida. En algún social o reunión bailo como me da a entender mi sentimiento. Me brinca mucho el que ir a un baile y tener que estarse enfrentando a diversas situaciones. En parte sí he estado consciente de que no sé bailar y me dicen «Oye ¿por qué no bailas? ¿Por qué no me sacas a bailar?», «Pues porque no sé bailar». Creo que a lo que voy es que tiene que ver mucho el cómo se valora uno y que una incapacidad de movimiento a seguir una música no te debe hacer interpretarlo como un momento violento para uno mismo.

 

A mí, uno de las bailes que más me gustan es ésta escena de John Travolta en que entra a la pista porque su acompañante baila a la par. Es decir, los bailes éstos de tener que llevar y con un contacto muy puntal del cuerpo en sí no me han agradado tanto, me agrada hoy porque estoy con mi pareja, pero en otro momento de mi vida no me interesaba. Revivir la escena de “Fiebre de sábado por la noche” para mí es maravilloso porque siento que no se enfrenta a esa parte de tener que lidiar con una regla de baile. Pienso que si bien tiene que tener cadencia no la siento tan envolvente que tenga que generar éste conflicto.

 

Por otra parte, cuando comentaban que te sientes bien enseñado creo que es revertir ésta parte que hoy en día nos están mostrando de «A ver, no te voy a enseñar de cómo tú tienes que bailar, sino vamos a hacer al revés, como que tú vas a ser el líder y el follower es el que te va a enseñar», ahí se puede equilibrar, bajo ésta enseñanza en que hoy estamos sumergidos con ustedes.

 

ALEJANDRA: Que bueno que viniste hoy.

 

JULIA: Nos anunciaron tu llegada ayer.

 

AARÓN: Todo estamos muy contentos.

 

MÓNICA: Ayer les comentaba que luego bailábamos como pinches loquitos, que nos poníamos a brincar.

 

JULIA: Bueno, pues muchas gracias por éstos tres días los que se aventaron los tres días, los que pudieron venir menos qué bueno que se dieron el tiempo. Mañana vamos a reunir toda la información de nuestro proyecto en una conferencia-performance, aquí, en éste mismo espacio. Espero se puedan dar una vuelta, la verdad creo que es muy interesante cómo está estructurado y van a ver a todo el equipo en acción.

 

JAIR: Yo solamente quiero comentarles que qué bueno que hagan éste tipo de proyectos, que se toquen éstos temas porque es algo que vives pero que no se habla.

 

ALEJANDRA: Para mí es importante eso que comenta porque creo que cuando las cosas se nombran existen, creo que esto era algo que teníamos, que vivía en nosotros y éste es el resultado de haberlo nombrado. Es real.

 

AARÓN: Seguiremos el proyecto, no sabemos cómo pero va a seguir, le hemos dedicado mucho tiempo y corazón porque parte de cosas en las que creemos profundamente. Y hemos estado aprendiendo un montón de ustedes, ustedes le han dado forma con su asistencia, muchísimas gracias por ser parte del proyecto Incandela.

 

JULIA: Y bueno, aquí está Bárbara Foulkes que fue la que invitó al proyecto aquí al Tamayo.

 

AARÓN: Por favor un aplauso ¡Muchas gracias, Bárbara!

 

CHUCHO: ¡Y muchas gracias, Tamayo!

 

MAFER: ¡Woo!

 

SARAH: ¡Si!

 

MARIANA: ¡Yey! ¡Lo logramos!